Botellón en la Enterprise. (Star Trek 1x04)

Cuaderno de bitácora. He iniciado el visionado de Star Trek, la buena. La de 1969, con Leonard Nimoy haciendo de Spock y toda la pesca. Tras ver tres capítulos bastante entretenidos, delirantes pero un poco fríos, creo que me encuentro ante el primer GRAN momento. Atiende.

WTF?
El espacio, la última frontera. Y el último sitio a dónde, la mayoría de nosotros, nos iríamos de botellón. La serie transcurre a bordo de la nave, el recurso del teletransporte cuela, así de paso se ahorran la pasta que cuesta currarse un buen aterrizaje. En los primeros episodios siempre es una única amenaza la que pone en crisis al grupo. Y dentro de la propia nave, que los exteriores también salen por un pico. En el primer capítulo, una señora que en realidad es un pulpo, chupa la sal de los tripulantes (esos que aparecen de la nada para morir, los daños colaterales). Y es que no hay nada peor que un pulpo a feira soso. En el segundo es un crossover con Hermano Mayor, el capitán Kirk tiene que cuidar un adolescente problemático, que al poner caricas hace desaparecer cosas, incluso personas. En el tercero encuentran la caja negra del avión ese de Malasia. Pero es el cuarto el primer EPIC WIN.

"Estoy fatal"
Comienza con la investigación de un planeta con una base en la que están todos más helados que un polo Drácula. Unas gotas en stop motion atacan a un tripulante. Al volver a la nave ya lo sabemos, algo va a pasar con ese tío. Efectivamente, le empiezan a dar unos sudores y unos amarillos que no son ni medio normales. Al final muere, pero da igual. Es de esa gente que hay en la Enterprise, que pasan por ahí. Un don nadie. El problema es que ha contagiado a otros: a un chino y a un irlandés. Rápidamente empiezan a enloquecer, entre sudores y sudores. El chino que se cree un mosquetero, el irlandés que se cree más irlandés. Hace un motín en la nave en un mal momento: cuando intentan tomar tierra en el dichoso planeta nevado. Y para colmo no para de cantar. Es aquí donde vemos el hallazgo de guión: por vez primera hay dos amenazas (interna múltiple y externa). Interesante.

¿Por qué se cree mosquetero y no samurai?
"Ja ja. Un pincel"
El doble de Carlos Latre.
Mientras tratan de no escoñar la nave en órbita, la tripulación se va poniendo fina. El zoom hacia su picor de manos y sus gotas en la frente, con un sonido de maracas, los delatan: vais pedo. Tiene que pasar medio capítulo, para que el Dr. McCoy diga lo que todos sabemos: las moléculas de no se qué provocan el efecto del alcohol. Pero a estas alturas ya está montada la zapatiesta: cánticos, bailoteos, muchachos cortejando a las mujeres (que van muy bonitas con el traje de tripulante oficial femenino, en minifalda), gente que pasa de todo y no obedece, una rubia que declara su amor a Spock. 


Cuaderno de bitácora, anexo: a Spock le entra la bajona. Porque la rubiales que ama a Spock le echa en cara que los vulcanianos son fatal. Son muy mal. "Hay que ver cómo sois los vulcanianos, ocultando los sentimientos. Ya os vale". Entonces Spock, que ya ha oído la maraca, se viene abajo. Pero muy abajo. Empieza a llorar lágrimas vulcanianas, preguntándose por qué se habrá puesto tan hasta el ojete. El problemón es que, aunque el doctor ya ha empezado a poner B 12 a todo quisqui, y la fiesta va terminando, necesitan al puto alienígena, que es el que sabe resolver el problema. 

¿Nadie hace controles de alcoholemia ahí fuera?

Kirk llega y le dice: "venga, Spock, no te amohines." Pero nada. Que si no quise a mi madre, que si la obligamos a vivir amargada entre tanto orejas picudas. Total, que le tiene que arrimar una tollina. Y dos, y tres. En todo el hocico extraterrestre. Se desata la pelea. Ya sabéis: borrachos, a tope, en órbita, perdidos en el espacio y con esos pijamas de colores, pues claro, pasa lo que pasa. Maraca a Kirk. Bajona doble, el capitán no moja el pizarrín. Y eso le duele. "Al menos tú, que no eres capitán, puedes cubrir. Pero yo lo tengo prohibido.". El resto de la tripulación, que ya la ha despejado, alucina pepinillos.  Aunque en la lucidez del mañaneo (porque el espacio está siempre negro, pero han pasado un huevo de horas) piensan en lo que todos pensamos cuando llegamos a un after: la antimateria. 
"Encima cachondeo"
Para colmo retroceden en el tiempo. "Vale, ahora van al planeta y salvan a esos seis antes de que palmen", te dices. Pero el capitán, con sus santas narices, dice: "quizá en otra ocasión. Pero ahora tracemos nuevo rumbo." Pasa de todo. Y es que, aquí o en el espacio exterior, las resacas son muy jodidas. 


"Necesito bombear"


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